domingo, 7 de junio de 2015

En el norte es aun primavera y a las ovejas no las deja el tren

Hace un año lo decidí. No quiero enamorarme. No quiero vivir con el miedo a ser dañada otra vez. Quizá muchos digan que puedo estar siendo un poco amargada al pensar así, pero lo cierto es que no estoy preocupada por eso. No quiero enamorarme porque prefiero preocuparme por mí misma, por protegerme, por unir los pedazos de mi corazón que aún no logro recomponer. Porque fui dañada, de la peor forma, y no quiero volver a sufrir así de nuevo.

Sé que es una decisión un poco radical, pero lo hago por mí misma y me gustaría que me entendieran, pues creo que cada uno tiene el derecho de decir si quiere enamorarse o no, y yo no quiero. No de nuevo. 

Y estoy segura de que quizá no existe mejor protección que la que yo misma me puedo entregar. Puse mi corazón en manos de alguien más y lo único que hizo fue hacerlo pedazos, sin compasión, sin pensar en lo que podría pasarme, en el daño que podría hacerme y, sobre todo, en provocar que hoy en día ya no quiera volver a enamorarme otra vez. Pues perdí las esperanzas, porque entregué mi corazón confiando plenamente en que sería valorado y me lo devolvieron tal como cuando prestas una prenda y se te entrega descuidada y dañada.

Perdí la fe. Perdí las ganas. Dejé de creer en el amor, pero jamás en el amor propio y es en eso en lo que me quiero concentrar ahora. En sanarme, en cuidar mi bienestar y sentirme mejor y plena nuevamente. En analizar mejor y decidir correctamente en quién puedo confiar y en quién no. 

Luego en el proceso de sanar, aparece alguien especial, sincero, noble y dispuesto a compartir conmigo. Me parece injusto no darnos la oportunidad, podría ser maravilloso y real, como de cuentos de hadas: "el caballero de armadura brillante rescata a la damisela en apuros". 
Dejaré que fluyan los tiempos y  florezcan los sentimientos, total, en el norte es primavera y a las ovejas no las deja el tren. 
Besos 

MV507

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